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La gran disrupción del mercado laboral.




La humanidad está sometida a múltiples disrupciones tecnológicas, a la transición verde y a complejas condiciones macroeconómicas. El mercado laboral procesa esta nueva realidad aceleradamente con un aumento explosivo de quienes quieren establecer sus propias condiciones sobre qué hacer, cuándo y dónde -catapultando al multiempleo y al pequeño emprendimiento en todo el planeta- mientras las habilidades requeridas por las empresas ya han cambiado un 22% en los últimos tres años (BCG, 2022) y el miedo a ser ‘reemplazado’ afecta al 75% de los trabajadores (Forbes, 2024).


Hay 73 millones de personas adaptándose a trabajos globales y remotos (WEF, 2024) y la velocidad se enarbola como uno de los habilitadores empresariales claves. Pese a ello, 6 de cada 10 empresas se sienten frenadas por las competencias de las personas y quieren privilegiar la búsqueda de ´mejores habilidades´ por sobre ‘los mejores títulos’, mientras la inclusión se vuelve clave para alcanzar otro de los habilitadores empresariales fundamentales: la innovación (BCG, 2022).

Sólo en los últimos tres años, la diferencia de madurez digital entre líderes aumentó en un 60% y la brecha entre empresas con y sin capacidades digitales se vuelve casi irremontable: el 67% del decil inferior de madurez digital no tiene más de dos personas con conocimientos digitales en roles de liderazgo, mientras que el 47% de las empresas del decil superior tienen siete o más (McKinsey Digital, 2024).


“El riesgo no es que la gente sea reemplazada por la Inteligencia Artificial, el riesgo es ser reemplazado por una persona que sabe cómo usar la IA”, resaltó Hadi Partovi en Davos 2024, apostando por la teoría del aumento de ‘la productividad humana’ (hasta en un 40% según PwC’s AI Predictions) por sobre la de la sustitución. Si esto es así, las predicciones señalan que serán los países ricos los que concentrarían los beneficios, anticipando un desplazamiento laboral en los más pobres. El envejecimiento de la población plantea, una ventana de oportunidad para masificar una educación de calidad en éstos últimos, porque en 20 años tendrán un 50% más de población en edad laboral, pero la desigualdad estructural prevé que la mitad del grupo de 18 a 24 años quedará excluido de las oportunidades laborales y de formación al 2030 (Forbes, 2024).


El long life learning y las políticas públicas en esta línea crecen en el planeta. Los europeos apuestan por más pertinencia y menores costos que los programas de grado tradicionales incentivando ‘las micro credenciales’ que construyen, junto a las industrias, rutas y paquetes formativos prácticos y específicos. En el ámbito escolar, un buen ejemplo es el de Uruguay, que ya inició una transición hacia un currículo escolar con un enfoque basado en competencias.


Queda claro entonces que para la creación de una fuerza laboral que masifique las oportunidades se requiere, más que nunca, de la acción coordinada y decidida de empleadores, gobiernos e individuos.


Fuente: Mónica Retamal F. , Directora Ejecutiva Fundación Kodea


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